Gaudeamus igitur
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     Primera palabra ("alegrémonos") y título popular del antiguo himno universitario, que recomienda la buena vida en medio de las inquietudes de la ciencia y de las creencias religiosas del entorno. Se suele entonar en universidades europeas al terminar los actos académicos y se suele pronunciar en un latín popular, con poco de litúrgico y mucho de intercultural.
   Se dice sin fundamento que proviene de la Edad Media y que el primer texto se halla en un manuscrito de 1287 conservado en la Bioblioteca nacio­nal de París. Esta hipótesis dista mucho de ser cierta, pues, fuera de algunas coincidencias de palabras, no es equiva­lente a
la letra posterior ni tiene música adjunta el texto. La expresión "gaudeamus igitur" no aparece en absoluto.
    La tradición de ser himno estudiantil viene del siglo XVIII, cuan­do en algunas universidades alemanas se entonaban estrofas de un canto que sí empieza así y que aparece en un manuscrito de  1723, (acaso de 1750) hallado en la Biblioteca de Marburgo. En manuscritos posterio­res, en el publicado por C. W. Kindleben de 1781, aparece la canción con el texto aproximado al actual, no idéntico. Con las palabras iniciales, Ignaz Walter en 1797 preparó en Bremen la ópera "Doktor Faust", en donde unos estudiante entonan "Gaudeamus igitur", sin más precisión en el texto y con músi­ca hoy perdida. Desde el siglo XIX ya apare­cen textos prácticamente idénticos al que se usa en la actualidad. Y la melo­día actual se halla en J. Brahams (1833-1897), que la transcribe en una obra de 1881 ("Akademiche Fest Ouverture")
   Al margen de estos datos o dudas históricas, los contenidos éticos de este llamado himno universitario están muy lejos de promover valores morales, intelectuales o espirituales dignos de am­bientes universitarios, sobre todo europeos. El texto literario derrocha pobreza creativa, pragmatismo vulgar e inmedia­tez de apetencias, por agradable y rítmi­ca que resulte la melodía popularizada en los últimos tiempos.
   Queda también el consuelo de que, al entonarlo en la noble lengua de Roma, la mayor parte de los estudiantes ignoran lo que dicen cuando lo cantan, aunque no necesitan la traducción para sintonizar y sincronizar con el mensaje.